lunes, 21 de diciembre de 2015

Y UN DÍA LITO SALIÓ CAMPEÓN (Esos Señores que se visten de azul)


Hoy todos estamos felices por haber concretado un sueño anhelado por 86 años.
Hoy podemos gritar CAMPEÓN gracias a unos Señores, si, gracias a esos Señores que se visten de azul; ellos, seguramente, dirán que no. Porque si hay algo de lo que carecen es de soberbia, porque son unos Señores, son esos Señores que se visten de azul.
El tiempo les puso muchas pruebas, muchos obstáculos. Pero a ellos no les importó, no los detuvo nada, siguieron adelante sin soberbia, con unión, compromiso, reconociendo los errores y con la cabeza siempre erguida, seguros de sí mismos, convencidos del rumbo que había que tomar, con su amor propio y a la camiseta intactos, como unos Señores, unos Señores que se visten de azul
A lo largo del Campeonato esos Señores  demostraron con la rebeldía, porfiada rebeldía, cuanto querían alcanzar el triunfo, en cada partido, en cada metro de la cancha, en cada centímetro, dejando el alma en cada pelota, que era la vida misma, entendiendo que ese era el mejor camino para llegar a la gloria y ningún Señor de esos que se visten de azul permitiría que se la lleven, la defendieron como leones.




Tal vez no lucieron como algunos pretendían, pero cada escollo que se les cruzó en el camino lo fueron superando con garra, con entereza, con fiereza, como leones, como lo que son unos Señores que se visten de azul.
Nunca estuvieron solos en su camino a la gloria, un montón de gente los acompañó a cada batalla, para sostener su esfuerzo, para alentar la ilusión; una marea azul los rodeó y esa marea fue creciendo, ante cada demostración de lo que querían que nos daban esos Señores que se visten de azul. Esa marea azul fue cubriendo la Ciudad sumado gente que “copó” todas las canchas con su alegría, con su ilusión con su esperanza y creciendo en confianza, esa confianza que trasmitían desde la cancha esos Señores que se visten de azul.


Nada fue fácil, nada llegó “de arriba”, requirió de mucho esfuerzo, trabajo y sacrificios, pero esos Señores que se visten de azul ya habían fijado su objetivo y nada ni nadie los apartaría ni les impediría alcanzarlo, porque con porfiada rebeldía, dejando el corazón el alma y hasta la piel en cada  cancha fueron subiendo escalón por escalón esa escalera que los depositó en la gloria, esa gloria que nadie más que ellos, esos Señores que se visten de azul, se merecía.
La historia, el mito, la leyenda futura podrá decir muchas cosas de ellos, la épica de cada triunfo irá en aumento con el pasar del tiempo, unos le dirán el Lito de los milagros, otros le pondrán más y más adjetivos, pero algo quedará para siempre en el recuerdo de todos los litenses es que aquél día que el el viejo Lito salió Campeón y sus jugadores dieron la vuelta olímpica al revés, porque a partir de ahora la historia ha cambiado para siempre, pero lo que se convertirá en un recuerdo imborrable es lo que todos sabemos, que esa vuelta olímpica la dieron unos Señores, esos Señores que se visten de azul.


 Hoy que todos estamos felices, hoy que sentimos el orgullo de gritar CAMPEÓN, poco habrá que podamos hacer o decir para demostrarle nuestra gratitud a esos señores que nos regalaron tantas alegrías, unos SEÑORES CAMPEONES, que no son otros que ESOS SEÑORES QUE SE VISTEN DE AZUL.

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