lunes, 15 de agosto de 2011

CUANDO EL SENTIDO COMUN ES EL MENOS COMUN DE LOS SENTIDOS


¿FALTA CRITERIO, CAPACIDAD, CAPACITACION O VERGÜENZA?
Por Pablo Ruoppolo

Cuando informé sobre el resultado del último partido de Lito frente a Olimpia solamente manejaba la escueta información que brindaban los periodistas destacados en el lugar de los hechos, la cancha de los alas rojas, los que no bridaban más información que el arbitraje tuvo algunos fallos “polémicos”.
Recabando datos y al observar las imágenes televisivas manejo otros elementos para emitir una opinión basada en la realidad de los acontecimientos.
Hay veces que uno se pregunta cuál es la carencia de algunos (casi todos) árbitros de nuestro medio o el resto del interior, pero también del ámbito profesional  e internacional.
Siempre he creído y lo he propagado e inculcado en los ámbitos del deporte en los cuales me desempeñé que, básicamente, los árbitros no son unos sinvergüenzas, ladrones sin destino, que pululan por los campos de fútbol del mundo. Sino que carecen de la preparación y capacidad necesaria para en segundos poder decidir un fallo que muchas veces no resulta evidente y permite diversas opiniones. Cuando digo preparación y capacidad no solo apunto al coeficiente intelectual (que puede ser mayor o menor, según de quien se trate, lo que es inmodificable), me refiero al, obvio conocimiento cabal del reglamento, a un sentido común que le permita resolver situaciones complicadas, un criterio lo más ecuánime y equilibrado para en situaciones similares resolver de igual manera. Pero también es necesario un equilibrio emocional que no cambie una decisión según sea el equipo o jugador del que se trate o en qué escenario se esté arbitrando, también me refiero al coraje que debe tener para tomar una decisión sin mirar quién es el que comete la falta. Si de preparación hablamos, no solo me refiero al conocimiento y memorización de las 17 reglas, sino de la aplicación de las mismas, para eso existe una escuela de árbitros, además de lo que los años arbitrando también van dando (léase experiencia), también me refiero a su estado físico, el que les permita estar lo más cerca posible de la jugada para relativizar errores, pero también me refiero a una preparación psicológica que le permita soportar la presin que significa dictaminar un fallo tras otro durante 1 hora y media sin desequilibrios.

Para no herir susceptibilidades me voy a referir a la última jugada del partido Uruguay – Ghana del pasado mundial de Sudáfrica 2010. En primer lugar todos estaremos de acuerdo que la infracción que le señalaron a Fuccille en el último segundo del último minuto del 2º tiempo del alargue no existió;  el árbitro decidió que permitiría efectuar el tiro libre, ejecutada la pena se suscitaron varios rebotes y rechazos que concluyeron en el penal por la mano de Luis Suarez en la línea del arco y la consecuente expulsión del jugador oriental. Más allá de la polémica de si fue o no infracción, la que originó el centro hacia el área, me interesa que por un momento se imaginen ¿Qué hubiera pasado? Si cuando Muslera le erra el “viaje” a la pelota o  luego del primer rechazo en la línea de Suarez, al árbitro se le hubiera “antojado” finalizar el partido? No es necesario ser poseedor de una frondosa imaginación para suponer que los morenos ghaneses se abalanzarían sobre el referí para increparlo sobre su fallo y vaya uno a saber qué consecuencias posteriores acarrearía. Ninguna buena, con toda seguridad y con no mucha imaginación podríamos suponer una hecatombe. Nada de eso sucedió porque el árbitro, con buen criterio, una vez que permitió se ejecute el tiro libre, esperó hasta la finalización de la jugada. Con el final por todos conocido.

 
Para seguir intentando no  herir susceptibilidades les pido que repasen en su memoria los arbitrajes de los partidos de Brasil, Argentina, Alemania o Italia, entre otros; o más cerca nuestro, muchísimos partidos de nuestros clubes “grandes” en el campeonato uruguayo, frente a los clubes “chicos”. Verdad que parece que los jugadores de los Países mencionados o de Nacional y Peñarol tuvieran por lo menos 5 patadas más para pegar, ni que hablar cuando llega la hora de las protestas.; ahí ya se mide en puteadas pos segundo.
Volvamos a nuestra realidad, la de acá, la penosa realidad de casi todos los árbitros de nuestro medio (para continuar con mi actitud de no lastimar las delicadas susceptibilidades de los “Sres.” árbitros) dónde domingo a domingo los vemos deambular en los rectángulos de juego con un silbato en la mano munidos, además,  con 2 tarjetas (una roja y otra amarilla) y acompañado por 2 asistentes y protegidos por mallas altísimas y media policía del Departamento. Pareciera ser lo necesario para que tengan un buen desempeño ya que la seguridad y los elementos para el mismo son más que suficientes. Claro, un buen uniforme, un par de tarjetas, un silbato de mediana calidad y un individuo que las porte son algo bastante fácil de conseguir, lo mismo que la guardia policial, los asistentes  y el alambrado olímpico, que no resulta tan fácil dado los costos de los mismos, así como lo que cobran(en $$$) los propios jueces partido a partido. Entonces ¿Qué falta? ¡Justamente! Lo del principio: criterio, capacidad, capacitación,  vergüenza y sentido común, muuucho sentido común.

Y justo ayer (domingo 14 de agosto) en la última jugada, del último segundo, del último minuto del 2º tiempo del partido Lito – Olimpia; faltó todo: criterio, capacidad, capacitación,  vergüenza y sentido común. El responsable, el Sr. ISRAEL RODRIGUEZ, el árbitro del partido, que en esa última jugada y tras permitir ejecutar un saque lateral, con tanta mala suerte(para él), que Richard Gorriarán recibió y encaró hacia el arco olimpista y justo en el momento que el delantero litense se disponía a rematar al arco desde el borde del área chica o dar una asistencia hacia atrás a un compañero que ingresaba por el centro del área, generando una clara chance de gol ya que el único jugador local era el  arquero. ¡JUSTO EN ESE EXACTO INSTANTE ¡ Se ignora que fue lo que provocó que el juez expeliera el aire de sus pulmones coincidentemente con el momento que tenía el silbato en la boca y ¡EN ESE PRECISO MOMENTO DIO POR FINALIZADO EL PARTIDO! Sin esperar el final de la jugada.
Nadie puede asegurar cual sería el desenlace de esa postrera incidencia, ni el propio Rodríguez, lo que es más que evidente es que entrañaba enorme riesgo y dada la situación de desventaja del arquero olimpista es posible suponer que podría haber finalizado en gol. ¡JUSTO EL GOL QUE LE HUBIERA DADO LA VICTORIA A LITO! Hubiera sido una gran victoria, remontando un score que lo tuvo en 2 ocasiones 2 goles por debajo de su rival alcanzando el gol que le daba la victoria a poco del final, un partido que le habían empatado en los últimos minutos del juego  y cuando se encaminaba al gol que le hubiera dado la victoria ¡EN ESE PRECISO MOMENTO DIO POR FINALIZADO EL PARTIDO!

No digo que esa actitud haya sido tomada por mala fe, si hay algo de lo que estoy seguro es que los errores arbitrales no se producen porque los árbitros sean mal intencionados, sino que de  lo que carecen es de todo lo que señalaba al principio criterio, capacidad, capacitación y sentido común. No se me ocurriría pilotar un avión o ser astronauta si a duras penas puedo transitar las calles minuanas en una bicicleta, no tengo la capacidad ni la capacitación para ello mientras que el criterio y el sentido común me hacen seguir pedaleando; si lo hiciera sería un sinvergüenza. Y aquí estoy pedaleando por las calles de nuestra ciudad;  manso y tranquilo. Sin joder a nadie. Porque lo que creo que a Israel Rodríguez le pesaron muchas cosas, demasiadas, de las que pautaron el desarrollo del partido. Los goles anulados en el 1º tiempo, la expulsión del jugador olimpista minutos antes, la localía de los alas rojas, el “ambiente” que se  generó  tras la expulsión y vaya a saber que más. Entonces sucede lo de siempre un error se arregla con otro error, resultado: 2 errores en lugar de 1. ¡Notable! ¡Maravilloso! Los clubes los errores los pagan con puntos, perdiendo campeonatos, con descensos. Los jugadores cuando le erran pagan con goles en contra o son expulsados y suspendidos con sanciones que varían según la falta cometida ¡¿Y los jueces?! NO PASA NADA, NADA DE NADA. SIGUEN SOPLANDO EL PITO Y REVOLEANDO BANDERINES COMO SI NADA, mientras los clubes ponen el dinero para que puedan seguir haciéndolo.

No entienden, nunca van a entender,  los Señores árbitros de fútbol que tan grande son los esfuerzos que realizan los clubes para poner un equipo en la cancha, con las ilusiones de realizar un buen torneo y, porque no, salir campeón. Nunca van a entender lo que significa para cualquier institución sentirse perjudicado por un individuo que al final de cuentas es su empleado. Porque son los clubes los que con sus esfuerzos, sus enormes esfuerzos juntan peso sobre peso para pagarle sus no muy pequeños honorarios. Esos jueces que por lo que reciben de salario, no deberían equivocarse jamás, porque deberían ponerle mucho mayor esmero a esa tarea que realizan cual si fuera una “changa” por 4 pesos y un vaso de vino y al parecer así lo toman demostrando cada domingo el escaso conocimiento del reglamento que tienen y a partir de allí empieza el desastre. Esa tarea que ellos toman como changa puede determinar que un equipo sea campeón o no, puede determinar que uno u otro equipo acceda a una nueva fase del torneo y puede determinar que tanto esfuerzo, tanto dinero, tantas esperanzas puestas tras la camiseta hayan sido al reverendo “pedo.”  

Ese desprecio por el trabajo de los Dirigentes, por el esfuerzo de los técnicos y jugadores. Que al fin y al cabo son los que con sus esfuerzos son los que propician que haya jueces de fútbol, así de simple porque si en Minas no hubiera fútbol y jugáramos al bádminton, ellos (los jueces) serían simples espectadores, porque si de las reglas del fútbol saben poco de bádminton no saben un carajo.

El daño ya está hecho, nadie podrá reparar tanta injusticia. La cuestión es mirar por lo que viene. Y lo que viene es muy importante para todos los clubes, alguien deberá hacerse responsable y responsabilizar a quien corresponda. Alguien deberá señalarles a los Señores árbitros del fútbol minuano que es un poco más que una changa lo que realizan. Alguien debería hacerles entender  a esos Señores que prácticamente son los únicos profesionales de todo este asunto y como tales deberían tomarse su trabajo con mucha más responsabilidad y profesionalismo, sobre todo con mucho, muchísimo, respeto para todas y cada una de las instituciones a quienes arbitran que (¡Oh casualidad!) son sus propios patrones. Alguien debería hacerles ver que deberían tener un poquito más de amor propio y coraje y no entrar a la cancha para cobrar “el salario del miedo”, como quien dice a peso por puteada. Alguien deberá hacerles notar que el respeto no se gana con soberbia y prepotencia, sino con autoridad, sabiduría y conocimientos. Alguien debería hacerles entender que no hay fútbol gracias a ellos; ellos arbitran gracias a que hay fútbol. Alguien debería hacerles entender, de una vez por todas, que su tarea es ADMINISTRAR JUSTICIA  y hacer que se cumpla, nada más y nada menos.

Finalmente quiero dejar bien en claro que quien esto escribe es: Pablo Ruoppolo C.I. 2 752 955 – 0, para deslindar cualquier responsabilidad del Club Atlético Lito como Institución. Lo hago para evitarle cualquier tipo de reclamo y/o represalias que pudieran tomarse. Simplemente soy un simple escriba que redacta este blog.

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